domingo, 30 de octubre de 2016

La palabra que empieza con "Cu" - Incluye poema al mismo

Ya desde el título se ve que tal palabra carga con una especie de mala onda gratuita, vaya uno a saber por qué recovecos de la evolución lingüística se llegó a ese punto de no retorno, porque el elemento en sí mismo no tiene nada de qué avergonzarse. Véase aquí abajo la fotografía de uno de esos ejemplares, ejemplo de ejemplaridad potásica. No podemos dejar de observar que se encuentra en su mejor momento, lo cual es natural, porque si vamos a poner un ejemplo de algo, ese algo tiene que estar representado en su mejor forma y condición, aquí va con pantalón para evitar hacer un papelón.

Eso mismo, y de los buenos.


Como ha sido evidente, la semana pasada este autor estaba con un humor de los mil diablos, y con la inspiración hasta el culo...

- ¡Oiga usted, modérese! ¿Qué palabra es ésa?

- ¿Cuál? ¿Inspiración o Culo?

- Y todavía la repite... no se puede creer tanta grosería...

No puede ser la inspiración, tiene que ser el culo, o más propiamente: la palabra culo. Veamos qué es lo que pasa con ese vocablo, tan simple y a la vez de utilización y características tan retorcidas en ciertos lugares.

En Latinoamérica, por lo tanto también en el Perú, el culo está en grave estado discriminatorio. Ahora que están de moda las marchas de protesta, podríamos hacer la marcha de los culos, porque vistas las circunstancias la problemática culera está pasando por una fase aguda y tenemos dificultad para llamar a esa parte del cuerpo por su nombre. Los españoles, inventores del idioma que hablamos, lo tienen claro y bien fácil:

- Niña, acomódate el vestido que se te está viendo el culo - le dice una religiosa a una pequeña alumna de la primaria del colegio donde enseña - sucedió en el Perú y fue un escándalo.

- Madrecita... ¿cómo le va a decir eso a la niña...? ¡Qué feo! - intervino una alumna algo mayor.

- ¿Y qué quieres que le diga si se le ve el culo? ¿Que se tape la oreja?

- Podría decirle poto, o potito... es más suave..

- ¡Qué poto! Eso es quechua. ¡El culo se llama culo, y se acabó!

La madrecita no se equivocaba, porque ese vocablo aunque no es de origen quechua, pasó a serlo en algún momento; vaya con la terquedad de la mencionada, de la monja, claro.

Nosotros decimos "poto" o "potito", también en Chile se usa la misma palabra que según estudios realizados, no en el poto sino en el campo de la lengua (porque la lengua estudia el poto pero el poto no estudia la lengua, ni traten de hacerlo), resulta que siendo de origen mochica, pasó al quechua, o sea que el poto... ¡se pasó! del mochica al quechua y de allí a Chile que era parte del imperio Incaico; se dice que en cada pasada el poto se hacía más pequeño; siendo así, el poto de los mapuches vendría a ser el diminutivo del poto inca, y según investigaciones todavía más recientes que las anteriores (que recién las estoy terminando) se ha descubierto que el poto chileno se caracteriza por su falta de ... digamos, de tamaño; por eso en Chile siempre dicen potito nomás... pero con la cirugía todo es remediable, en este caso redituable y hasta potable; con el potito mapuche mejor no me meto porque parece que son más bravos, los mapuches, aclaro porque estábamos hablando de potos... al final muchos no van a entender nada, y será un artículo o un arti culo sólo para especialistas.

Elucubrar de dónde viene el poto puede ser interesante, otros prefieren saber quién tiene el mejor poto y hasta se hacen concursos para ello; muchos estudiosos, entre ellos quien esto escribe, no tienen mucho interés en saber de dónde viene el poto, sino más bien a dónde va, por eso lo seguimos (no sólo con la mirada) tratando de adivinar el rumbo y si es posible el destino final de cada culo... ¡perdón! poto deambulante, que no es lo mismo que poto de ambulante, porque esos a nadie le importan. Como ven, todo es cuestión de metodología y técnicas de campo, o de poto, que de eso se trata.

- Mira ese culo...

- ¡Ay que grosero!... se dice poto, oiga usted...



Siguiendo un poto


Llámese poto o culo, es el mismo elemento el que se manifiesta detrás de ambos términos, algunos son tan grandes que se manifiestan al lado de los términos, porque detrás no caben, esos son los más admirados, los que llamaríamos culazos o culazasos: la polémica lexicográfica correspondiente aún no ha terminado, y si decir culo ya es grosería, imagínese usted con el superlativo, mejor nos quedamos con los potazos. Los chiquitos se pueden nombrar o no, a nadie le va a importar demasiado.

- O sea, señor, que en cuestión de culos lo que vale es el tamaño.

- ¡Cómo que culos...! ¡No sea grosero, oiga, se dice Potos!

Lo importante es el poto en sí mismo, el tamaño no interesa (¿habrá quien me crea? trato de mantener la elegancia), pero siempre debe contar con las formas y características adecuadas al elemento en estudio, para ser calificado de tal, cómo que de tal, de poto, sino de qué estamos hablando, y que quede claro: el tamaño sólo no basta. Sine que non el formato no puede faltar.

- ¡Qué estudioso es usted!

- Si, he dedicado mi vida al... estudio.

- ¿Del poto?

- ¡No hombre! Al estudio en general, donde también está incluido... claro...

La incomodidad al usar la palabra que empieza con Cu trasciende el territorio peruano y el chileno; en general, en latinoamérica su uso se restringe más bien a lo molesto, a lo grosero, en general a lo negativo, donde parece que sí suena como se espera que suene, la palabra, no el elemento en sí mismo que también tiene una dimensión sonora. Para la definición del elemento se recurren a palabritas y palabrejas extrañas pero muy bien aceptadas, como pompis, cola, trasero, tarro, posaderas, bunda, melocotón, stradivarius...

- ¿Stradivarius? ¿Dónde lo llaman así?

- ¡Ah... todavía está usted leyendo!

Es así que se encuentra presente en insultos y ofensas varias, como también en la descripción de situaciones negativas.

Ejemplo de insultos: Cara de culo; extraño insulto que analizaremos en otra oportunidad, porque hay culos más bellos que muchas caras.

Ejemplo de situación negativa: Estoy como el culo; igualmente discutible porque muchas veces lo que mejor está es precisamente el culo.

Conclusión: La palabra que empieza con Cu casi siempre está mal empleada cuando se la emplea y está mal desempleada cuando no se la emplea. Entiendo que estos ya son pensamientos demasiado complejos para espacios breves como este, el blog, que aunque a veces se alarga, es lo más breve que tengo.

Con la globalización actual donde la TV Basura es la reina del espectáculo, ya podríamos decir especta-culo, sin acento en el áculo pero sí en el culo; porque esos programas casi no muestran otra cosa, a no ser algo de "lolas" que es otro eufemismo por no decir tetas; y también piernas, o muslos: casi como una carnicería pero con los ejemplares vivos, digamos mejor una exposición de ganado humano, no necesariamente natural, todo lo contrario: bien "turbinado" gracias a los métodos empleados, sobre todo de prótesis estratégicamente ubicadas... ¡para qué tanto ejercicio! si quiero más poto: me lo compro y listo. Claro que tiene sus riesgos, pero rara vez se hacen públicos, y cuando se hacen, desaparecen rápidamente... no vayan a malograr el negocio... ¿culero? ¿culífero? ¿culeante? Dejo esta interrogante para algún erudito que se anime a incursionar en el ... tema. ¿Eruditos leyendo mi blog? milagro o confusión, no creo que haya otra explicación.

Ya está más que gordo el tratado de la palabra culo, del elemento en sí mismo y de la derivación a la palabra poto, ¿qué más podemos pedir?

- Queremos clasificación con ejemplos y fotos.

- ¡No se pase oiga usted...! me pueden cerrar el blog por pictográfico.

A continuación un poema que lo roza, lo toca, lo engalana... pero no lo nombra, ése es el reto.




No digo culo ni poto



No me pidas que te nombre
sustantivo impronunciable,
si tan sólo con mirarte
conseguiste que me asombre,
cuánto más cuando uno es hombre
y tú, como corresponde,
te luces en femenino
espécimen de amplios bordes.

No me pidas que yo grite
tu nombre que me subyuga,
pues mi coraje se arruga
debiendo sentir vergüenza,
pero es que la sociedad
inapelable ha dictado
que tu nombre sea borrado
si se habla con calidad.

Sigues pidiendo y te muestras
íntegro y con curvaturas,
no sabes las amarguras
que me causa este silencio,
soy humano y lo confieso:
ya no podré resistir,
y lo tendré que decir
aunque alguno quede tieso.

Ya casi me has convencido,
yo que en verdad no preciso 
demasiados argumentos
y ya quisiera decirlo,
palabra antigua y cercana
que siempre nos acompaña,
con ella somos ingratos
y más si estamos calatos.

Ese nombre soslayado
esta vez no disimulo,
pensarán que aquí aprovecho 
para soltarles el mulo,
(podría haber dicho culo.)
pero soy más refinado
y tendré mejor opción:
que debajo del calzón
completo ya lo he mirado.

Ya se va alargando el tema
y más que largo es redondo,
aunque la verdad no escondo:
su forma es como una pera;
si pronunciarlo pudiera
mientras lo miro y lo palpo,
se me permite agarrarlo
pero no puedo nombrarlo.

Voy a decirlo señores,
señoritas, atención,
señoras también escuchen,
no se pierdan la lección.
Si esa majestuosidad
se expresara en cuatro letras
sería grande prodigio
dicha posibilidad.

No me cabe en la cabeza
que tan pobres cuatro letras
expresen sin más esfuerzo
lo que incrédulo yo observo,
no tienen capacidad,
mejor dejen que lo admire
y algunas veces suspire
sin tenerlo que nombrar.

Con astucia y disimulo
evité decir el nombre
resguardando mi renombre,
el poema no maculo
porque a veces me encapsulo
para no pasar apuros,
mi poema casto y puro
sin mácula así concluyo.
~

2 comentarios:

  1. Ahhh Ricardo, nadie como tú para abordar esa parte de la anatomía femenina que nos trae locos a los hombres, de una manera sutil y simple, en el poema, pero jocoso y pícaro en la introducción (al poema me refiero, pues tu imaginación se puede poner a volar), no hay suficientes palabras para describir a un hermoso, bien torneado y movedizo poto.

    Fernando Atala

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    1. A veces la introducción es la mejor parte, tienes razón. Qué bueno que también te haya gustado el poema en sí mismo, qué viva la anatomía femenina!

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