domingo, 6 de diciembre de 2015

De dónde viene la cara de perro

Lenguaje y comunicación: Giros expresivos del lenguaje popular.





- Andaba de compras por el centro - me contaba una amiga - y casi en todas las tiendas las vendedoras me atendían con una cara que para qué te cuento. Me miraban todas con cara de perro. - Me dijo.

- O sea que te trataban bien - deduje erróneamente.

- ¡No hombre, con cara de perro te digo...! casi gruñían al hablar ¡y ya sólo faltaba que muerdan!

- Ah, ya entiendo...

- ¿De qué planeta eres?

- No es éso, es que para mí los perros son otra cosa.

De ésto se trata esta vez, del porqué de la asociación de los perros con la peor parte de nuestro proceder, pues muchos usan la palabra Perro despectivamente o como insulto, y no es de ahora sino que viene desde la antigüedad: ¡Eres un perro! se usa desde los tiempos de Las mil y una noches, o antes  - también se emplea de forma más localizada y precisa como es el caso de la cara de perro; y sin embargo, simultáneamente, al perro lo consideramos nuestro mejor amigo; trataré de descubrir de dónde viene esa duplicidad de opiniones respecto al animal; según mi parecer viene del enfrentamiento permanente entre los humanos, porque aquellos (los perros) son amigos de sus dueños (disculpen la expresión, es sólo para que se entienda, porque no creo que nadie pueda ser dueño de otro ser vivo, por más perro que sea). Por lo tanto, si el perro te gruñe o te quiere morder, lo consiga o no, en realidad rara vez se debe al perro en sí mismo, lo que sucede es que te considera enemigo o amenaza para su amo (otra palabreja que me veo obligado a emplear).
Ésa es mi opinión, pero necesitaba confirmarla o modificarla según fuera el caso, luego de una investigación seria e imparcial - ¿De dónde viene la cara de perro? - Ésa sería mi linea de trabajo y me propuse llevar a cabo el estudio por mi propia cuenta, nada de Internet, que ya es cosa de flojos,  tampoco lecturas ni nada que pueda influenciarme; no señor, me dije, como buen científico cartesiano comenzaré de cero, haré una investigación completa y sin prejuicios, como debe ser, un trabajo de campo como se dice, así es que emprendí la tarea por lo más cercano, o sea por mi propio entorno: le pregunté a mi señora.

- ¿De dónde viene la cara de perro?

- No sé de dónde viene, pero cállate que se a parado justo detrás tuyo.

En seguida averigüé una serie  de cosas, los resultados no se hicieron esperar y vinieron en un torrente de información difícil de manejar, aunque no precisamente dentro del campo que trataba de dilucidar. He aquí los primeros resultados de mi investigación:

1-  Averigüé que la pregunta estaba mal planteada.
2-  Averigüé que la fila del supermercado no era el lugar más adecuado para iniciar mi investigación.
3-  Averigüé que la cara de perro que se había parado detrás mío no estaba nada mal. 
4-  Averigüé que soy un lince para mirar con disimulo.
5-  Averigüé, sin quererlo, la talla del sostén de la susodicha porque tenía un numerito en el borde que sostiene las tetangas, lo cual me pareció raro...  - será sostén francés - pensé, para no pensar cosas más comprometedoras que me podrían llevar a situaciones de verdad complicadas. Sí, el vestido era más pequeño que el sostén, información necesaria para los lectores (o lectoras) más minuciosos.
Foto de cuerpo entero de la cara de perro no hay porque más adelante me quedé sin teléfono, perdiendo parte sustancial de los datos obtenidos hasta el momento. 
6-  Averigüé que a mi señora no le gustan mucho las cara de perro, sobre todo si vienen con poca ropa como el ejemplar de laboratorio que tenía detrás y que hubiera preferido tener delante.
7-  Averigüé que los otros elementos de la cara de perro también estaban como para agarrarlos a mordiscos.
8-  Averigüé que yo no era tan lince para el disimulo como había deducido antes de manera tan precipitada como optimista en el punto número 4.
9-  Averigüé que mi encantadora acompañante tenía una fuerza inusual en la mano derecha. (Ahí fue que me quedé sin el celular y con él perdí las evidencias que había logrado captar con supuesto secretismo).
10- Casi averigüé la masa, peso y textura de la cartera de mi señora.
11- Deduje que es mejor comprarle cosas livianas.
12- Averigüé que la cara de perro tenía marido y me estaba mirando.
13- Me salto el trece porque da mala suerte y en la circunstancia descrita es necesario ser precavido.
14- Averigüé que la cara de perro del marido era muy diferente a la cara de perro de su mujer. Se notaba agresividad y nerviosismo.

La investigación progresaba más rápido de lo que hubiera deseado, proporcionando más datos de los que podía procesar en ese momento. Entonces...

15- Averigüé que era mejor dejar de averiguar y salir de allí inmediatamente, solo o acompañado... es un decir, porque también averigüé que si no seguía en la fila con mi señora iba a tener que averiguar muchas más cosas que las que había imaginado al principio del estudio.

Total, tuve que quedarme quieto con cara de no sé qué, si de perro, de gato o de oso invernando, y menos mal que la cosa quedó allí. ¡Parece increíble lo que es la investigación de campo! me dio casi la misma cantidad de resultados que la Internet, y mucho más reales, diferenciados y dirigidos exactamente a la persona del averiguador que realiza el averiguamiento.

Pero de la cara de perro no supe nada, y tampoco la volví a ver.

Con esa historia el tema derivó para instancias ajenas al presente análisis, se trata nada más y nada menos que de reivindicar la cara del perro, o mejor dicho reivindicar al perro, que no tiene la culpa de que se refieran a él y a su fisonomía de la manera en que se hace. Así es que volviendo al principio, que la cara de perro no es lo que se cree, o no debería ser, vayamos a la composición que trata de contar lo expuesto acerca del perro, del que tiene cola y la mueve... ya sé qué están pensando... bueno, el que mueve la cola y anda en cuatro patas... siempre. Para la otra cara de perro, la del sostén y demás, la cosa queda pendiente.

- ¿La cosa? ¡Pendiente! ¿Qué cosa?

- No me complique, oiga usted.  

Ya ven, yo quería hablar sobre las referencias, que juzgo equivocadas, que el lenguaje hace del noble animal que nos acompaña desde la prehistoria, que cambió su libertad no sólo por un poco de comida sino por compartir su vida con nosotros, porque la comida la conseguían merodeando los campamentos pero si se acercaron más ya fue por cuestiones de afecto y simpatía. Y la cara de perro se robó la atención ¡Qué falta de seriedad! 
Ya no cabe aquí la composición tierna y dulce, la que reivindica al perro, al amigo fiel... la cosa se fue para la joda, la otra cara de perro, ésa del supermercado, se ha robado la atención del público, y del publicador también, bien por ella, que con su cara de perro y todo se merece lo suyo y yo se lo voy a dar. Quién más sino, que para éso es mi blog.

- Entonces usted ni sabe lo que escribe ni lo que va a escribir. Se deja llevar a cualquier parte por cualquier viento.

- No es éso, lo que pasa es que mi pluma es libre como el pájaro... y ahí mejor paramos porque sino ésto no se acaba nunca.

A ver qué podemos hacer para la cara de perro. Para ése que ladra ya será mañana. Que me disculpe el perro entonces, y sobre la marcha cambiamos de asunto, y vamos de lleno a la fulana que a pesar de la cara de pocos amigos, debe tenerlos en cantidad gracias a los demás atributos que posee. Es lo que se llama la ley de la compensación, y ésta sí que estaba muy bien compensada.





¿De dónde viene la cara de perro?

(Investigación de campo)

Yo en plena investigación
dedicándome a la ciencia
recabando con paciencia
datos para tal cuestión,
cuando tú sin corazón
pero con buena estructura,
porte de mujer madura
por detrás apareciste
y a mi lado te pusiste
mientras la gente murmura.

Qué cosas protuberantes
te dio la naturaleza
o tal vez pieza por pieza
te pusieron los implantes,
quedaron muy bien portantes
y se nota que los llevas
de forma tal que sublevas
a todo aquel que te mira,
y encima cuando respiras
todo el aire te lo llevas.

Que tienes cara de perro
escucho en la lejanía
pensando si fueras mía
a todas partes te llevo
y a la hora del encierro
te quitaría el bozal
porque ningún animal
se merece ese elemento,
quedaría yo contento
de tu libertad bucal.

Cara de perro te dicen
por esa expresión tan brava,
pero mis ojos resbalan
y más que ver, ya predicen,
los dejo que finalicen
el recorrido adecuado
por uno y otro costado
aunque tu expresión es dura,
si es por mirar tu cintura
ya me siento bien pagado.

Cara de perro te fuiste
y no supe ni tu nombre,
pero al menos el pronombre
a mí no me confundiste
porque la palabra existe
y a tu recuerdo me aferro
solitario en mi destierro,
declaro que eras hermosa,
de belleza escandalosa
aunque con cara de perro.
~

1 comentario:

  1. Buena investigación y con carterazo y todo, eso te pasa por mirón, pero no hay hombre que se valore, que no observe lo que has descrito con la gracia y picardía de siempre; muy jocoso, te felicito Ricardo

    Fernando Atala

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